Carbenet Sauvignon
(Tinta Clásica)
Es la uva más famosa
del viñedo mundial. Burdeos y concretamente el Médoc le deben su fama y
prestigio. Ha podido también aclimatarse a zonas tan dispares como la llanura
libanesa de Bekaa, la fría isla Sur de Nueva Zelanda o los secos suelos
alicantinos en España, pero es en Médoc y California, los dos extremos
climáticos, donde la Cabernet alcanza su óptimo desarrollo.
Se habla de su origen
bordelés por los antiguos sinónimos Vidure (viña dura), atribuido a
Jean-Baptiste Secondat, agrónomo francés del siglo XVIII e hijo de Montesquieu,
y Vidure Sauvignonne, ambos identificados con la cepa Biturica citada tanto por
Plinio como por el gaditano Colmuela al referirse, según el botánico Pierre
Gallet, a los vinos que elaboraban los antiguos habitantes del Médoc: los
bituriges vibisci. Pero es a finales de ese siglo cuando el barón Joseph-Hector
de Branne reconstruye el viñedo Bordelés arrancando numerosas cepas blancas y
agrupando las tintas, insertadas hasta entonces entre las blancas.
Pero en cualquier
lugar prevalece un carácter que da vinos de color concentrado, intenso, con un
particular ribete centellante, definido y vivo, y un aroma fácil de
identificar. Recuerda a grosellas y trufa solo cuando se cultiva en Médoc, y a
notas de pimiento verde y cedro cuando crece en zonas cálidas. El sabor es
también nítido y concentrado, con un tacto tánico y ácido peculiares. Expresa
todas sus cualidades con rendimientos inferiores a 50 hl/ha.
En la zona francesa,
pese al clima más lluvioso, el increíble drenaje del suelo de Aluvión permite
retener el calor de la grava y hace madurar las cepas (por abajo), mientras la
acción de un sol moderado completa el desarrollo de la uva (por arriba). Los
Cabernets californianos, por el contrario, maduran con una fuerte insolación
sin brumas, altas temperaturas y riego abundante. El resultado son vinos de
alto grado (13% Alc.vol.), pero con acidez suficiente y una inconfundible nota
balsámica, el toque de alcohol y el acento quemado de la rápida madurez de la
uva. El Bordelés es más elegante, complejo y con mayor riqueza de matices por
la lenta maduración, aunque la intensidad aromática resulta inferior.
La producción por
cepa no solo es copiosa, sino que la cantidad de mosto es proporcionalmente
menor, debido a la menor cantidad de hollejos y, por tanto, a la gran
abundancia de compuestos fenólicos (color y taninos) en comparación con otras
variedades. Estas características permiten un mayor y más seguro envejecimiento
en tonel y botella, sin que la cepa pierda apenas la intensidad de color y
acidez.
El racimo no es
demasiado espectacular: granos apretados, pequeños, esféricos y piel de gran
espesor, y de color azul negro muy oscuro. Igual que la Moscatel revela su
personalidad al mordisquear la baya, aunque, en el caso de la Cabernet, sus
rasgos se detectan más en el hollejo. El pedúnculo del racimo es prácticamente
nulo, lo que dificulta mucho la vendimia, encareciendo mucho los costes de esta
operación precisando además podas largas.
La gama de sabores
que se pueden encontrar en los vinos elaborados con base en esta Cepa son:
aceitunas, grosella, pimiento, chocolate, tabaco, cedro y menta.
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